Saturday, March 10, 2007


El jazz marginal, subalterno, y hasta quiltro, está vivo y sigue creciendo. Es el jazz andino, el jazz latinoamericano. Ese motor siempre estuvo adentro, aquí entre nosotros, sobreviviendo con los exiliados de adentro, los que asisten al Festival Providencia Jazz sin poder atravesar el río Mapocho, especie de grieta social que separa a quienes ingresan al sector Golden del evento de aquellos que, al otro lado del río, encaramados en la galucha ubicada en la ribera sur deben conformarse con mirar desde la distancia las pantallas y el escenario como una tierra prometida, lejana y nunca accesible. Gracias a una entrada barata están dentro, pero viven la música desde el exilio neoliberal de un evento privatizado. Sin embargo, el jazz crece como la maleza sin pedigree en los parques "ex-clusivos", excluyentes, alcanforados y relamidos, rehuyendo el decorado siútico y neocolonial de los grandes hoteles y los salones de alta sociedad, es lo que ocurre en La Pincoya, en Maipurojazz, en San Miguel y El Bosque, en Calama, Rancagua y Lebu. Está adentro, pero queda afuera..

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